lunes, 22 de agosto de 2016

Zoe... (creepy...historia)




(podrás ESCUCHARLA en https://www.youtube.com/c/darkleyend a partir del 7 de septiembre de 2016 18:30)


Así que… ¿este es mi fin…? Ha llegado el quinto, el quinto día y no podré pasar de hoy…
Nuca debí aceptarlo, nunca debí aceptar lo que aquel hombre me propuso, pero ya es muy tarde, Tan solo… tan solo espero que no me encuentre…
Es el teléfono… pero no puedo responder, no en este momento…
Dejaré a la contestadora.

- Disculpa que te llame, - ¿es ella? - seguramente ya no quieres saber nada acerca de mí, pero la verdad es que me dejaste muy preocupada, estuve esperando todo el día tu llamada, - sí, sin duda es ella, quería llamarte pero no pude, Elisabeth me lo impidió -  pero nunca llegó… ¿todo está bien?

- Hola Joseph, soy Harrison, ¿Cómo te encuentras?
llevas 4 días sin venir al trabajo, todos estamos muy preocupados por ti, sé que me excedí un poco el fin de semana, ¿aún sigues molesto por eso?
llama cuando puedas.

- Oye, Josh, ¿Qué sucede?
llevamos meses planeando este evento amigo, ¿no me digas que ya te quieres retirar? ¿Por qué no has respondido ninguna de mis llamadas?
los chicos van a estar decepcionados.

No sé si alguien lea esto, pero, si estas escuchando mi historia es porque ya he muerto...

Posiblemente aquel hombre y aquella niña nunca vuelvan aparecer, posiblemente nadie más tenga que pasar por lo que he pasado yo, ahora que lo pienso, es posible que ellos estén tras de todas esas desapariciones… pero si ellos vuelven a aparecer en aquella calle, entonces… entonces tengo que contar lo que ha sucedido, para que el resto de personas que puedan estar en peligro no sufran lo que yo he sufrido…

Aquella era una calurosa noche, de aquellas típicas noches de verano, por fortuna, el calor había sido apaciguado por el caer de la fría lluvia, era confortante como no tienes idea; el trabajo había sido duro, ese maldito Harrison, << ¿creé que tan solo por ser nuestro jefe puede tratarnos de esa forma? >>  fue lo que en su momento pensé, y no era para menos con las toneladas de trabajo que habíamos tenido en esa noche, nos había encargado para ese justo momento el trabajo de las dos siguientes semanas, ese tipo de cosas en un trabajo se suelen decir con anticipación.
Mientras realizaba los documentos lo que más me importaba era no llegar tan tarde a casa, el vecindario en el que vivía no era precisamente inseguro, pero se habían reportado varias desapariciones en las casas de los vecindarios cercanos, también estaba preocupado por la forma en que llegaría hasta a casa, pasadas las 12 de la noche el transporte de la empresa ya no hacía ningún trabajo, y los trasportes públicos más eficientes eran escasos.
Terminé el trabajo a las 2 de la madrugada, puede que no te parezca algo tan excesivo, pero tomando en cuenta que mi turno era de 6 de la mañana a 2 de la tarde lo único que puedo decir es que Harrison se había excedido bastante.

Saliendo de las oficinas y ya entregados los documentos decidí tomar el primer trasporte que me llevara a mi destino, casualmente fue un autobús, no acostumbraba tomar ese tipo de transportes por lo lentos e incómodos que resultaban, pero caminando hasta mi casa eran casi dos horas, y lo más que podría tardar en ese autobús eran 40 minutos, además de todo eso, con lo exaltado que me encontraba y a causa de la lluvia, no tenía ni ganas ni paciencia de esperar a algún otro transporte.

Subí al autobús, pagué mi entrada y me senté en los asientos de en medio en la columna del costado derecho. El vehículo se encontraba bastante vacío, a decir verdad solo nos encontrábamos 3 personas en él sin contar al chofer, por este último no recuerdo bien como era, no le presté mucha atención, tenía puesto el típico uniforme de chofer color azul claro y la gorra del mismo color, pero detalles como su rostro o su color de piel simplemente no los puedo recordar. en cuanto a las otras dos personas, uno de ellos eran una joven, la vi apenas entrando al camión, siendo que se encontraba sentada en una de las primeras bancas, no pude ver su rostro a causa de la capucha que tenía en su cabeza, tan solo su cabello lacio color castaño, también pude notar muy bien que no quitaba la vista de su teléfono móvil, tal parecía que estaba jugando, ni siquiera prestaba atención en el camino, de seguir así seguramente se pasaría el lugar en donde tendría que bajarse, pero ese no era asunto mío. Por otra parte, el hombre que se encontraba en el fondo resultaba algo tétrico, contrario a la chica que se encontraba sentada en una cómoda y correcta posición, este hombre pálido y de ropajes viejos estaba completamente desparramado en el asiento, como si se encontrara dormido en una posición algo extraña, y estando en las bancas del centro pude escuchar como aquel hombre del fondo pronunciaba algunos extraños intentos de palabras... sin duda alguna era algo aterrador, seguramente si en algún otro día me hubiera encontrado en el mismo camión con ese hombre, me hubiera sentado lo más lejos posible de él, pero en aquel momento tenía más cosas en mente que el drogadicto que se encontraba al fondo del autobús.

Tras haberme sentado lo primero que hice fue limpiar mi ropa un poco mojada con ayuda de una servilleta que siempre portaba en mi bolsillo; durante un tercio del trayecto solo se escuchaban 4 ruidos en el autobús: los sonidos del juego que la chica disfrutaba tan gustosamente, el ruido del motor, los susurros del hombre y el golpear de la ventana por las gotas de agua, al escuchar que uno de los sonidos había callado miré a las bancas posteriores para ver lo que sucedía, tal parecía que la chica ya quería bajar, había cerrado el juego y guardado su móvil en su pantalón.
Debido al diseño de los autobuses de mi país tenía que caminar hasta el fondo de dicho vehículo para poder bajar de él, extrañamente al llegar al lugar en donde yo me encontraba, ella se detuvo un momento y me dijo:

- El hombre del fondo, me da miedo… cuídate de él…

No tenía idea de porque me había dicho eso pero sin duda alguna fue algo un poco extraño.
Ya bajada ella por algún motivo el hombre calló y la lluvia arreció, eso tan solo me puso más nervioso de lo que ya estaba por las palabras de la chica.
De pronto aquellos incomodos cinco minutos en lo que lo único que se escuchaba era el ruido del motor y el fuerte golpear de las gotas con el cristal, por suerte tras ese tiempo el silencio fue interrumpido por el subir de una mujer.
Apenas entrada en el camión pude notar que estaba muy mojada, y cargaba consigo una caja mediana que al escuchar los maullidos provenientes de ella, de inmediato pude saber lo que contenía.
Pese a que la caja no era tan grande el chofer quiso cobrarle el doble del pasaje, pero desgraciadamente la mujer no tenía para pagarlo… no sé por qué lo hice, seguramente por el gran amor que sentía hacia los gatos, o tal vez porque no quería que aquella mujer permaneciera más tiempo empapándose en la calle, pero… me paré del asiento, saqué mi billetera y pagué el pasaje de la mujer, a lo que algo disgustado el conductor lo tomó.

Hecho lo anterior la mujer me agradeció y seguido nos sentamos en el mismo par de asientos.
Ya sentado junto a ella la pude ver detenidamente, no puedo olvidar sus hermosos ojos color esmeralda, y su brillante aunque mojado cabello rubio.

- ¿son tuyos? (le pregunté intentando hacer una conversación y mirando hacia la caja)
- Si, lo son, (respondió algo dudosa) bueno… ahora lo son, eran de mi hermana, esta tarde me los ha regalado a mí, no pude negarme por lo mucho que me gustan los gatos, pero cinco me parece algo excesivo…
- Espera (dije sacando la servilleta de mi bolsillo)
- ¿qu-que haces?
- Te secaré un poco, si permaneces así mojada te enfermarás (tras poner la tela sobre su cabeza y comenzar a secar, nuevamente continué diciendo) bueno, yo ya tengo un gato, así que tan solo te podía ayudar con uno.
- ¿Es enserio? (se pintó en la mujer una leve sonrisa de felicidad)
- Si, así es.
- Entonces… (dijo ella cuando terminé de secar su pelo y abriendo la caja) ¿Cuál de ellos te gustaría?

Tras pensarlo un momento, de los pequeños mininos con aparentemente unas semanas de nacidos seleccioné al que más se parecía al gato que tenía en casa, un pequeño gato negro con manchas blancas.

- ¿te gusta ese? (me dijo la mujer sonriente) se llama Charlie
- Si, definitivamente, me quedaré con este.

Pasaron varios minutos en los que la mujer y yo hablamos de varios temas, en poco la conversación alivió mi estrés, por fortuna, antes de que la mujer bajara le pregunté su nombre, ella no me lo quiso decir y en cambio me entregó un pequeño trozo de papel con un numero escrito en él.
Tras la mujer haber bajado pude notar solo dos cosas: que la lluvia se había calmado un poco, y que, sin que yo me diera cuenta el hombre del fondo ya se había marchado, a decir verdad eso último me tranquilizó un poco.

Mientras miraba por la ventana y sujetando al pequeño felino para evitar que se escapara, pude ver a una pequeña niña, una niña no mayor de 5 años que estaba jugando en los charcos, no la pude mirar bien por la velocidad a la que iba el autobús, tan solo pude notar que tenía una piel muy blanca, y cerca de ella se encontraba un hombre con ropajes que de cierto modo me parecían familiares… aparentaba ser su padre o abuelo, le encontré un cierto parentesco a aquel hombre con el que se encontraba hacia no mucho sentado en el fondo del autobús, pero… creyendo que tan solo era a causa de lo cansado que estaba, en su momento no le di importancia, pero vaya que me importó bajando del vehículo…
Con tranquilidad pedí mí parada una calle antes de donde yo vivía, al bajar del autobús no podía creer lo que se encontraba frente a mis ojos, parecía que eran la misma niña y el mismo hombre que había visto algunas calles atrás << no, eso es imposible, nadie podría caminar tan rápido, no… seguramente estoy muy cansado, si, seguramente es solo eso >> fue lo que en su momento pensé, pero en mi interior sabía que eran exactamente las mismas personas, era la misma niña de piel muy clara y el mismo hombre de ropajes viejos.

Intentando tranquilizarme e ignorar a su vez lo sucedido, dejé por lado a las personas que se encontraban caminando hacia la derecha de la calle, y comencé a caminar a mi casa que se encontraba al fondo de aquella cuadra.
Pero… apenas dados un par de pasos escuché un fuerte golpe, miré a mi derecha y no podía creer lo que veía, tal parecía que el hombre había abofeteado a la indefensa niña.
En mi interior algo me decía que no interviniera, que lo ignorara, que no era mi problema… no tienes idea de cuánto me arrepiento de no haber escuchado a aquella voz…

- ¿Por qué la golpeó? (pregunté con un tono retador al hombre que se encontraba enfrente de mi)
- Cállate (respondió el hombre con seriedad) tú no sabes nada.
- Pero es solo una niña (continué diciendo mientras soltaba mi maletín dejándolo caer sin más) y eso no está bien.
- Nunca te enseñaron en tu casa (replicó el hombre que parecía ebrio o bajo el efecto de alguna sustancia) a no meterte en asuntos de otras personas.
- No puedo ver como golpean a un niño y quedarme de brazos cruzados.
- Está bien… si tanto te importa entonces quédate con ella.
- ¿Qué? (pregunte extrañado por las palabras del hombre) ¿quedarme con ella?
- Vendré por ella dentro de 5 días, yo no la levantaré, si en verdad te importa encárgate de ella hasta que yo regrese a buscarla.
- ¿sería capaz de abandonar a su propia hija?
- ¿Quién dijo que yo era su padre?

Dicho aquello el hombre, miré a la niña tirada en el suelo, y lo que vi me aterró; un poco de sangre proveniente de su boca había manchado el piso.
Inmediatamente fui a auxiliarla, y al tomarla entre mis brazos y verla cuidadosamente pude notar que solo había sido una mínima herida de la que había salido la sangre, no había nada de qué preocuparse, tras levantarla miré al frente con intenciones de hacer recapacitar al hombre de lo que estaba haciendo, pero al parecer ya se había marchado…

Teniendo a aquella chica entre mis brazos, al pequeño felino resguardado bajo mi chaqueta y el maletín ya colgando de los dedos de mi mano derecha; sin más opción me dirigí a mi casa, con un poco de dificultad abrí la puerta y tras cerrarla dejé a Charlie en el suelo de la sala y a la chica en un sillón de la misma habitación.

Siendo que la niña seguía dormida y aparentemente la herida de su labio ya había cerrado, decidí alimentar al “señor bigotes”, llevaba más de 12 horas sin comer, yo acostumbraba a servir su comida llegando del trabajo, y aun que es un gato muy independiente suelo dejar la comida en la alacena, a lo que no puede servirse el mismo.
Tras sacar la comida, el gato más pequeño, Charlie, se acercó a comer, al ser tan parecidos los dos no me sorprende que se llevaran tan bien desde conocerse, incluso los dos comenzaron a comer de el mismo plato…
Tras haber dejado suficiente comida en el plato para ambos, fui con la niña con intenciones de despertarla, pero todo lo que intenté fue en vano…
Sin más opción, la tomé entre mis brazos y le llevé al baño. Con sutileza la dejé sentada en la bañera, y algo dudoso la comencé a desvestir para darle un baño, de no hacerlo se enfermaría. Por suerte no soy ninguna clase de pervertido, la bañé, la sequé y tendí su ropa; mientras esta última secaba vestí a la joven con algunas de mis prendas viejas que ya me quedaban algo pequeñas, pero aun así era muy grande para ella.

Decidí dejarla descansar un poco más hasta que ella quisiera despertar, lógicamente yo no podía dormir, si ella despertaba estaría muy confundida y asustada.
Tras media hora así fue, la joven despertó aterrada y buscando a aquel hombre que la acompañaba aparentemente de nombre “Elliot”.

- ¿dónde está?
- ¿te refieres al hombre que estaba contigo?
- Si, ¿dónde está Elliot…?
- Bueno… (respondí sin estar seguro de que decir) él me ha dejado a cargo de ti por unos días.
- Entonces… (dijo la niña recostándose) entonces… creo que está bien.

Yo vivía solo, ni pareja, ni novia, ni esposa, por lo que no tendría que darle explicaciones a nadie, podría tener a esta niña en casa sin el mayor problema, pero… ella no era mi hija, sin embargo, no podía dejar que regresara con aquel hombre que la golpeaba, por otra parte, cuando la bañé no vi ninguna otra herida o moretón en su cuerpo, lo cual significa que era la primera vez que le ponía una mano encima…

- ¿Cuál es tu nombre? (le pregunté)
- Eli… Zoe, me llamo Zoe.
- ¿Zoe…? Lindo nombre, yo me llamo Joseph… dime Zoe, ¿te gustaría que yo te cuidara durante 5 días?
- Mmm… (dijo la niña algo somnolienta) por mi está bien, pareces buena persona…
- Mañana es mi día libre, será mejor que duermas un poco, haremos muchas cosas divertidas mañana.
- Si, está bien.

Tras aquello último la niña calló dormida, yo fui a mi habitación en busca de alguna cobija, y tras encontrarla regresé a la sala y la coloqué sobre Zoe.
En su momento estaba pensando en mejor llevarla a la habitación contigua a la mía, dicha habitación estaba vacía, pero preferí mejor dejarla descansar…

Incluso en aquel momento me pude haber retractado, incluso en aquel momento pude haber salido de todo esto, pude haberla sacado a patadas de mi casa, pero… su apariencia me engañó…

A la mañana siguiente tras ducharme noté que algo muy extraño había sucedido. Charlie, el gato nuevo ya estaba pidiendo comida apenas me levanté yo, en cambio el Señor Bigotes no se encontraba por ningún lugar, puede que estuviera algo enojado porque ayer en la tarde no le di de comer, pero al fin de cuentas lo alimenté por la noche… << donde estaré ese mugre glotón >>
Tras varios minutos de buscarlo fallidamente por toda la casa, decidí desistir bajo el argumento - es un gato, ¿Qué le puede pasar…? Cuando tenga hambre volverá -
Tomé el plato del señor bigotes, serví un poco de leche en él, y se lo ofrecí al pequeño minino.

Al llegar a la sala vi que Zoe se encontraba ya despierta y viendo televisión, también noté que me había levantado algo tarde, pero eso no era tan extraño tomando en cuenta a la hora que dormí.

- Zoe, ¿no has visto al señor bigotes?
- ¿Quién es el señor bigotes? (respondió con otra interrogante pero sin quitar los ojos de la pantalla)
- Es mi gato, el más grande, se parece mucho a este pequeño, con a diferencia de que sus bigotes derechos son negros y los izquierdos son blancos.
- No, no lo he visto.

Algo decepcionado nuevamente caminé hacia el refrigerador, y al abrir su puerta le dije a Zoe.

- ¿desde qué hora llevas despierta…? ¿No tienes hambre?
- Hace poco me levanté, pero no, no tengo hambre.
- ¿estás segura?
- Si.
- De acuerdo… hay mucha comida en el refrigerador, puedes tomar lo que quieras, si quieres que te ayude a cocinar algo solo pídelo.
- Está bien.

 << Me pregunto si ese color tan pálido de piel será por no comer >>
Serví dos platos de cereal con leche, y lo los llevé hasta la sala, tomando uno para mí, y tras dejar uno en la mesa le dije a Zoe:

- Si gustas ahí está un plato de serial.
- Está bien…

Fuera del hecho de que no tuviera hambre parecía una niña completamente normal, bueno… a decir verdad llevaba mucho tiempo que no estaba cerca de un niño.
Ya terminado mi plato de cereal y programa de dibujos animados que veía junto con Zoe, llevé el trasto sucio al lavaplatos.

- Oye, Zoe, creo que tu ropa ya se ha secado, ¿Qué te parece si te cambias, vamos a comprarte más ropa y después al parque?
- Está bien.

Alejándose un poco de la televisión, Zoe se sentó en el sofá de la sala a lo que yo fui a al patio trasero por su ropa que había dejado a secar la madrugada anterior.
Tras entregársela le dije que se fuera a cambiar a la que de hoy en adelante sería su habitación. Mientras ella se quitaba la ropa que yo le puse la noche anterior y nuevamente se ponía su manchado vestido blanco, yo hice una llamada:

- Estaré algo ocupado los siguientes 5 días, tendría que ser hasta el siguiente viernes.
- ¿Qué estarás haciendo?
- Es algo difícil de explicar… digamos que ahora soy padre…
- P-perdón, no tenía idea de que eras casado o que tenías hijos.
- No, espera, no es lo que parece, no cuelgues… es algo complicado de explicar… me metí en un especie de problema, y no sé cómo ha sido, pero ahora tengo que cuidar de una niña con la cual no tengo relación alguna.
- Ya veo… si ese es el caso, ¿Por qué no la traes también?
- ¿llevarla…?
- Si, sería divertido. ¿Qué te parece si nos vemos el jueves?
- Está bien, se lo comentaré y haber que dice… en la semana te aviso.
- En ese caso… hablaremos luego…
- Espera… no me has dicho cuál es tu nombre
- Cuando nos veamos te lo diré.

Tras aquello último la mujer colgó, y pocos segundos después la niña salió de la habitación con su pequeño vestido ya puesto.
La invité a sentarse en una silla de la cocina, y tras traer un cepillo de mi habitación, comencé a cepillar su cabello.

- ¿Con quién hablabas hace un momento? (preguntó la chica con un tono de seriedad, inerte como siempre)
- Hablaba con una amiga, quiere que salgamos los 3 el jueves, ¿Qué te parece?
- Ese día vendrá Elliot por mí durante la noche.
- Es verdad… ese día vendrán por ti, pero no estoy seguro a qué hora será eso… tendré que llamarle de nuevo y recorrer el evento para el miércoles.
- ¿A dónde iremos ese día?
- Mmm… aun no estoy seguro, ¿has estado alguna vez enun parque de diversiones?
- No, nunca.
- Entonces hay que ir ahí…

Tras terminarla de peinar, me aseguré que tanto las llaves del agua como las de gas se encontrarán cerradas, de igual forma, revisé todas las ventanas y puertas. Ya hecho aquello salimos de casa. Lo primero que hicimos fue ir a comprar un poco de ropa para Zoe, siendo que la que tenía ya estaba algo sucia y rasgada; para mi sorpresa ella eligió tras mucho buscar, un atuendo idéntico al que tenía puesto ya, trataba del mismo vestido blanco con holanes del mismo color en los bordes; por otra parte, también aquel día le compré una pijama, no quería que se sintiera incómoda al dormir.
Cuando finalmente salimos de las tiendas compramos un par de helados, me alegró que quisiera comer algo, aunque se tratara de una golosina.

Al llegar al parque más cercano su comportamiento me extrañó bastante.
No le interesaba como a otros niños jugar y correr, no le interesaba en lo más mínimo divertirse en los juegos del parque, tan solo quería estar recostada bajo la sombra de un árbol, << bueno, eso no tiene nada de malo, no importa que sea diferente a los otros niños, tan solo ella es más tranquila >> mientras la observaba de una banca no tan lejana, pude notar que la herida en la parte derecha de su labio inferior había desaparecido, no era como si simplemente hubiera cerrado, mas parecía que se había desvanecido completamente, en su momento no le di mucha importancia.

- ¿Por qué no vas a jugar con aquellos niños? (le pregunté apuntando hacia un par de gemelos aparentemente de su misma edad)
- No, (respondió sin dejar de jugar con el pasto que se encontraba bajo ella) así estoy bien.
- Si eso dices…

Tras aquella corta charla me recosté en la banca y sin darme cuenta la tranquilidad de aquel casi solitario parque terminó por dormirme.
Tiempo después Zoe me despertó.

- Parece que va a llover (dijo Zoe mientras pinchaba mis mejillas con intenciones de despertarme) hay que irnos.
- (Tallándome los ojos y levantándome despacio, yo respondí) E-está bien… lo lamento, me quedé dormido.
- No importa…

Tomándola de su pequeña y fría mano caminamos hasta a casa, al llegar miré sorprendido el reloj, tal parecía que ya habían trascurrido muchas más horas de las que recordaba, incluso se había pasado la hora de la comida.
Para comer preparé un poco de carne que tenía en el refrigerador, lógicamente serví dos platos, y como nuevamente Zoe se encontraba viendo televisión llevé ambos platillos a la sala.
Terminando de ver el programa de Zoe y al no encontrarse nada interesante en la televisión, decidí poner algunas películas hasta el anochecer.
Cuando cayó la noche y consigo una fuerte lluvia, fui por un poco de helado para cenar.
Lo que comenzó como un medio de entretenimiento se volvió en un experimento fallido: terror, comedia, drama, romance, ciencia ficción; no importaba que fuera, ni una risa, ni un grito, ninguna expresión… nada… era como si nada le importara, como si todo le diera exactamente igual… por más que lo quisiera ocultar esa niña no era normal, y ya era eso mucho más que evidente… sin duda alguna algo andaba mal en la cabeza de esa niña…

Ya avanzada bastante la noche, y sin más películas que ver, decidí que fuéramos a dormir; la llevé a su habitación, la ayudé a ponerse su pijama, y me encargué de cubrirla muy bien.

- Mañana tengo que ir a trabajar, espero llegar temprano, en caso de que no sea así en el refrigerador hay comida.
- Está bien.

Di media vuelta, pero justo antes de irme, la niña me detuvo.

- Oye… Joseph…
- Si, ¿qué sucede Zoe?
- Los monstruos que vimos en la última película, ¿van a venir por mí? (por primera vez el rostro de aquella joven estaba expresando algo, pero por algún motivo en el fondo sentía que estaba fingiendo…)
- No, para nada, (dije dando le una pequeña caricia) ellos no vendrán por ti, y de ser así, yo te protegeré (tras terminar de decir aquello, le di un pequeño beso en la frente, caminé hacia la puerta y estando por apagar la luz de la habitación, yo le pregunté) ¿puedo apagar la luz o quieres que la deje encendida?
- Está bien, apágala.  

El día no había salido tan mal como pensé que sucedería, y aun que trató de miedo, al menos ya podía estar más tranquilo, siendo que aquella niña finalmente había expresado algo que no fuera indiferencia.

Dormí con plena tranquilidad aproximadamente dos horas hasta que mi lapso de sueño fue interrumpido por los gritos de Zoe. Inmediatamente fui a ver que sucedía, al llegar a su habitación encendí la luz, y aparentemente ella no se encontraba ahí, alterado y apunto de buscarla desesperadamente por toda la casa, escuché su voz:

- …Joseph…

La niña se encontraba escondida bajo la cama, a lo que inmediatamente me acerqué y me tire al suelo para estar a su nivel.

- Zoe, ¿te encuentras bien? ¿Por qué gritaste?

Ella permaneció callada unos segundos, cuando de pronto apuntó al frente.
Justo en ese momento pude ver a otra Zoe frente a mí, pero esta tenía su ropa completamente rasgada y sangrada.

- Ella no soy yo.

Dijo con un tono perturbador la Zoe que se encontraba parada en la puerta, aterrorizado, miré a mi derecha, y no podía creer lo que veía… el rostro de la Zoe que se encontraba bajo la cama comenzó a deformarse, sus ojos cayeron al suelo y de sus cuencas comenzó a salir fétida brea; ella me mostró sus dientes que lentamente comenzaron a crecer hasta volverse colmillos afilados, mientras a su vez su piel se ennegreció.

- ¿quieres jugar conmigo?

Me dijo aquel monstruoso ser, y tras aquello desperté.
Tal parecía que solo había sido un sueño, - creo que si me asustaron aquellas películas de terror - por desgracia, no tuve ni siquiera tiempo de tranquilizarme siendo que un grito de Zoe me levantó de golpe de mi cama, inmediatamente fui a su habitación, ella se encontraba en su cama escondida bajo las cobijas, encendí la luz y quité las cobijas de encima... al verla tan aterrada la tomé entre mis brazos.

- Ya, tranquila, todo está bien, solo has tenido un mal sueño.
- No… no fue un sueño… él… él está aquí…

Dicho aquello la puerta se cerró de golpe y la luz apagó.

- Tengo miedo Joseph.
- Tranquila, estarás bien (dije sujetándola con aún más fuerza)

De pronto y sin motivo alguno, Zoe mordió el pulgar de mi mano derecha, lo hizo con tanta fuerza que terminó por arrancarlo.
En ese momento aparentemente desperté de nuevo, pero a diferencia de las veces anteriores ningún grito me levantó de la cama apresuradamente, así que decidí tomarlo con calma…
Tras leer unas cuantas páginas de un libro para asegurarme que no estuviera durmiendo, salí de la habitación y fui a ducharme, saliendo del baño fue a ver a Zoe a su habitación, tal parecía que seguía dormida, así que solo entré a la habitación a darle un pequeño beso.
Antes de irme y aun siendo temprano, preparé un poco de fruta, un plato mediano para mí y uno pequeño para cuando Zoe despertara, también llené los platos de agua, leche y alimento del señor bigotes, pero nuevamente el único que fue a comer era Charlie, el Señor Bigotes llevaba dos días sin regresar, él no se solía comportar así, definitivamente eso era extraño viniendo de él, pero en aquel momento tenía otras cosas en mente << vaya lio en el que me he metido, ahora tengo que hacerme cargo de una niña que no es mi hija; soy un pésimo padre, no sé nada de los niños, y mucho menos de una niña tan especial como ella >> pensado aquello último, abotoné mi saco, me puse la corbata, revisé todas las llaves, puertas y ventanas de la casa, y finalmente salí rumbo al trabajo con la esperanza de que al llegar el señor bigotes ya hubiera regresado, y de poder hacer muchas cosas esa tarde junto con Zoe.
Todo parecía bien, pero… al legar a la puerta noté que no tenía mis llaves en mi bolsillo, inmediatamente las busqué en la mesita de noche de mi habitación, que es donde las solía dejar, pero no, no se encontraban ahí… hice todo en desastre con la casa en busca de las llaves, cuando me di cuenta ya habían pasado dos horas, y esas malditas llaves no se encontraban en ningún lugar.
Resignado al ya no llegar al trabajo ese día, me tiré en el sofá de la sala, en poco tiempo Zoe despertó y aún con pijama, se acercó a mí, y me dijo.

- No has encontrado tus llaves ¿verdad?
- Lo, ya he buscado e toda la casa y no he podido… un momento… tú estabas dormida, incluso si escuchabas todo el desastre que ocasioné no había forma de que supieras que era lo que estaba buscando… al menos claro, que…
- Me descubriste (dijo la niña con una tierna sonrisa) pero no te diré en dónde están.
- P-pero… ¿por qué?
- Porque quiero jugar…
- ¿jugar…? (le pregunté con algo desconcierto) ¿jugar a qué?
- Mmm…

Tras unos segundos de silencio, dijo aquella niña:

- ¿Qué te parece si jugamos a hacernos preguntas?
- Pero… (miré el reloj y tras percatarme que ya no tenía forma alguna de llegar al trabajo ese día, continué diciendo) está bien, de cualquier modo ya no podré llegar al trabajo…
- Yo empiezo… ¿desde cuándo vives solo?
- Si no mal recuerdo desde hace 5 años, al cumplir la mayoría de edad me fui de casa para hacer mi propia vida. Ahora dime, ¿Qué es de ti el hombre que anteayer se encontraba a cargo de ti?
- No estoy segura… (bajando la mirada) sé que no es mi papá… pero… es quien se encarga de cuidarme.
- Ya veo… pregunta (dije intentando dejar por lado la cuestión anterior)
- ¿Qué haces en tu trabajo?
- Bueno… yo trabajo en una oficina, suelo organizar y realizar papeleo, documentos, y ese tipo de cosas. ¿A dónde te gustaría ir hoy?
- Mmm… cuando terminemos de jugar te lo diré.
- Está bien… entonces te toca preguntar.
- ¿Dónde están tus padres?
- Ellos (respondí algo dudoso) ellos… están muertos, murieron hace un par de años…
- (Al notar mi dolor Zoe dijo) pregunta tú.
- ¿Dónde están los tuyos? (no tengo ni idea de por qué pregunté eso, seguramente solo quería evadir la pregunta)
- Ellos seguramente están en el mismo lugar que los tuyos, la verdad es que no los recuerdo
- Lo lamento (dije a modo de consuelo, pero en el interior nuevamente sentía que aquello que ella expresaba no era más que una farsa)
- No, (comenzó a decir Zoe acercándose a mí, sentándose sobre mis piernas y sujetando mis brazos de tal modo que la estuviera abrazando por la cintura) no tienes de que disculparte, a mí no me importa que preguntes sobre eso…
- Entonces creo que si está bien… si quieres también puedes preguntar.
- Joseph, ¿los extrañas?
- En ocasiones si… dime Zoe, ¿te gustaría recordar a tus padres?
- No lo sé…

De un momento a otro, lo que aparentaba ser un juego inocente se convirtió en una aterradora charla, tras escuchar esa pregunta mi boca se secó…no había duda de ello, sabía que esa niña no estaba bien, pero aún entonces intentaba de convencerme de lo contrario.

- ¿Cómo te gustaría morir, Joseph?
- Pero… ¿Por qué preguntas eso…?
a decir verdad nunca he pensado tal cosa…. Zoe… (sin más opción y con intenciones de evadir la pregunta, yo le cuestioné) ¿Por qué escondiste las llaves? (ella permaneció en silencio)

- ¡Ya lo sé! (ella dijo tras aproximadamente un minuto)
- ¿Qué es lo que ya sabes?
- Ya sé a dónde quiero ir…
- ¿A dónde, Zoe?
- ¡Quiero ir al cementerio!
- Al cementerio… ¿Por qué ese lugar?
- Quiero que vayamos a ver a tus papás.
- Pero… ¿Por qué…? (ella nuevamente permaneció callada)

Explicarle a un niño lo que es la vida o la muerte, explicarle por qué las personas perecen, sin duda alguna es algo muy complicado, pero… tratándose de Zoe era muy diferente, era como si ella lo entendiera sin el mayor problema, es como si no tuviera ninguna duda acerca de eso…

Terminada la charla, ella fue por las llaves y tras salir de su habitación me las entregó.
La casa era un desastre, pero eso no importaba, de cualquier forma lo podría limpiar más tarde. Cerré la casa y tras asegurarme que el señor bigotes no había regresado aún, ambos tomamos un autobús hasta aquel cementerio.
En aquella ocasión Zoe decidió que nos sentáramos al fondo, a lo que yo no me negué.

- Insisto con que deberías dormir, el trayecto es algo largo.
- Mmm…  (me dijo algo dudosa) está bien, despierta me cuando lleguemos…

Aquel lugar se encontraba tan lejos por que unos años atrás, para ser exactos, tras la muerte de mis padres me había mudado, por lo que, si en algún momento quería visitarlos en su tumba, tendría que recorrer de extremo a extremo la ciudad.

Estando sentado en aquella banca, recordé el día en el que iba en el camión saliendo del trabajo, el día en que conocí a Zoe, había un hombre sentado justo en las mismas bancas que ahora Zoe y yo nos encontrábamos, y por algún motivo aquel hombre, o al menos el recuerdo que tenía de él era bastante parecido a Elliot, la persona que hace dos días se estaba encargando de cuidar a Zoe, incluso podría decir que se trataba de la misma persona con la misma desgarrada ropa.

Nuevamente creyendo que se trataba de mi imaginación intenté ignorar lo sucedido.

- Por favor, Joseph, no me abandones como lo hicieron mis padres…

Aquello fue lo último que dijo Zoe antes de caer dormida, y tras ello sucesos extraños comenzaron a originarse…
Al mirar por la ventana… se encontraba él ahí, era Elliot, era el mismo hombre que se encontraba al fondo del autobús, era aquel pálido y demacrado hombre con ropajes viejos, cada maldita vez que veía por la ventana él se encontraba ahí; fueron por lo menos más de 20 veces que lo vi caminando por aquellas calles, y cada una de ellas se encontraba más y más cerca, hasta que de pronto, al mirar a la ventana que se encontraba a mi derecha, ya no lo vi más, tal parecía que finalmente había decidido dejarme tranquilo, pero no fue hasta al mirar al frente que me di cuenta de lo equivocado que estaba…
En el autobús no había absolutamente nadie, nadie más que yo, Zoe, y aquel hombre.
Sin duda alguna trataba de él, del mismo sentado al fondo del autobús, del mismo que abofeteó a Zoe.

- Joseph (comenzó a decir con una voz notoriamente costosa,  el hombre de ropajes viejos y piel algo pálida) no confíes en ella.

Tras aquello último desperté, al parecer me había quedado dormido durante el trayecto, Zoe se encontraba dormida reposando su cabeza sobre mis piernas, y al notar que tenía una hoja de periódico en mis manos miré al mi alrededor, y pese a no ver su rostro estoy completamente seguro que se trataba de ella, su cabello castaño era inconfundible, era la misma chica que estaba en el autobús cuando esto comenzó…
<< 22 de agosto del 2003 >> leí en la esquina superior derecha, tal parecía que esa  era la fecha en que se había emitido. << ¿Porque un periódico tan viejo ha terminado en mis manos? >> Me pregunté lógicamente sin tener respuesta alguna.
Cuando intenté leerlo me percaté de que estábamos por llegar, así que, guardé el periódico en el bolsillo de mi pantalón y desperté dulcemente a Zoe.

Estando dentro de aquel lugar, me costó un poco encontrar la lápida de mis padres, y ya estando frente a ellos…

- Zoe, ellos eran mis padres…
- ¿eran buenas personas? (preguntó volteando a verme)
- Si, lo eran (respondí sin dejar de ver aquel par de lápidas)
- Y… ¿ahora qué?
- Bueno… ha sido largo el trayecto, ¿Qué te parece caminar un poco?

Caminando uno al lado del otro comenzamos a hablar de centenares de cosas relacionadas con la muerte, ella parecía que conocía el tema perfectamente, y en más de un momento llegué a pensar que no era una niña con quien yo estaba hablando, sino una persona de mi edad, o incluso mayor.
Extrañamente, durante la charla no dejaba de pensar en la hoja de periódico que se encontraba en mi bolsillo.

- ¿Qué crees que haya después de la muerte, Joseph?
- Yo suelo creer que tras de la muerte, sigue una nueva vida.
- ¿el paraíso?
- No, eso no, para nada, me refiero a que volvemos a vivir, que volvemos a nacer.
- ¿Reencarnación?
- Si Zoe, en eso es lo que creo.
- ¿Por qué, Joseph?
- No estoy seguro, simplemente no me parece lógico la idea de que exista un lugar en donde millones de almas permanezcan por el resto de la eternidad.
- En vida pensaba igual que tu…
- ¿Qué? (pregunté aterrado) ¿estás diciendo que has muerto?
- (Tras reírse disimuladamente, ella dijo) tranquilo Joseph, tan solo estoy jugando.
- Eso espero (dije con un tono de alivio)

Cuando caminábamos hacia la puerta por algún motivo por un momento perdí de vista a Zoe, pero en poco noté que se había quedado observando una lápida.

- “Elisabeth Crowell – enero de 1998 a agosto de 2003” (eso era lo que decía aquella lápida que Zoe se quedó observando) ¿Quién era ella? ¿la conocías?
- No lo sé, (tomando mi mano y tirando de ella) ya hay que irnos.

Tras aquello último salimos del cementerio con intenciones de regresar a casa, el camino fue igual de largo, con la diferencia de la vez anterior, que en esta ocasión Zoe permaneció despierta l igual que yo y lógicamente no soñé nuevamente con aquel hombre.
Cuando llegamos a casa ya había anochecido, y lo primero que hice fue revisar los mensajes dejados en el teléfono de la casa, siendo que al entrar fue lo primero que noté; mientras los dejaba reproduciendo comencé a preparar la cena.

- Oye, Joseph, ¿Por qué no has venido a trabajar hoy?
espero que haya sido por algún buen motivo, de lo contrario el jefe te matará, llámame.

- Oye, amigo, te recuerdo que el evento sigue en pie para el viernes, no olvides de llegar temprano y de llevar lo que te ha tocado.

Estaba algo cansado como para llamarle a mi jefe a tales horas de la noche e inventarle algo por lo que había llegado tarde, y además, de hacer eso no sabría cómo reaccionaría él. Por otra parte aún faltaban varios días para el evento planeado con Damien y el resto, así que por aquello último no tenía que preocuparme.
Mis planes para el momento, tan solo eran: terminar de cocinar y comer la cena, acomodar los muebles regados desde la mañana, e ir a dormir.

Justamente eso fue lo que hice, y tras terminar de acomodar todo arropé a Zoe, pero cuando estaba por salir de su habitación, ella me dijo:

- Sabes Joseph, en ocasiones el castigo para algunas personas es permanecer a lado de quienes tanto han lastimado.
- (sin saber que decir, permanecí varios segundos en silencio, hasta que algo coherente vino a mi mente) ya no pienses en esas cosas, tienes que dormir, mañana será un nuevo día.

Tras aquello fui a dormir para dar paso a lo que hasta hoy considero como el sueño más extraño que he tenido, un sueño incluso más raro que el de la noche anterior.

Me encontraba solo en una habitación inmensa color blanco y completamente iluminada, lo único que había en dicha habitación era aquel espejo, un espejo cuadrado que aparentaba ser todo una pared; sus dimensiones eran aproximadamente 3 metros de altura, por 8 metros de longitud; ni tras de mí ni a través del espejo podía ver la terminación de la habitación, era algo enorme, pero lo que llamaba mi atención en aquel momento era dicho objeto. Yo me veía reflejado en él, pero… por algún motivo no sentía que fuera yo… como si un completo extraño se encontrara en aquel reflejo.

Tras lo que aparentó ser una eternidad, decidí tocar el espejo, pero a las llamas de mis dedos tocar el enorme objeto, esto se movió como si tuviera una consistencia gelatinosa, algo indeciso lo volví a tocar, pero en esta ocasión con más firmeza, no podía creer lo que veía… mis dedos habían atravesado dicho objeto, y de aquellos orificios que mis dedos dejaban a su paso comenzó a emanar sangre, si, el espejo estaba sangrando. Aterrado saqué mi mano de aquel lugar, y al nuevamente ver el reflejo pude notar algo diferente, hace un momento podía ver un reflejo que no conocía, pero en el fondo sabía que se trataba de mí, en cambio, ahora, la persona que veía no era yo, definitivamente no lo era, era aquel hombre, era el hombre del fondo del autobús rumbo a mi casa, era el hombre que golpeo a Zoe, era el hombre con quien había soñado cuando estaba en el autobús hacia el cementerio, era Elliot.
Impactado por lo que veía, quedé paralizado por varios segundos.
Intentando entender lo que sucedía extendí un brazo esperando que el reflejo del espejo hiciera exactamente lo mismo, pero no fue así, el permanecía inmóvil cual foto.
Recuerdo bien que aquel hombre estaba completamente cubierto con una túnica negra, también recuerdo que de una de sus mangas que cubrían sus brazos y manos, estaba derramando algo de sangre.

Tiempo después y cuando mi desconcierto se encontraba a tope, aquel hombre me dijo con un tono burlón, no era como si se estuviera riendo de mí, mas pareciera que se reía de sí mismo cual enfermo mental.

- Todos cometemos errores, y tenemos que vivir con ello.
- ¿Quién mierda eres? (le pregunté con intenciones de entender lo que sucedía)
- ¿de qué hablas Joseph?
yo… soy tu…

Tras aquello último y extrañado por sus palabras, bajé la mirada para poder observar mi propio cuerpo… quedé atónito al ver aquello.
Yo me encontraba vestido con una túnica negra que cubría parte de mi rostro, mis manos y brazos; de mi mano izquierda goteaba sangre.
Al no creer lo que sucedía tiré de mi manga con intenciones de ver que era porque mi brazo sangraba, pero al hacerlo pude notar que aquella sangre no era mía, si no, de un cuchillo completamente empapado de dicho líquido.

Tras ver esa aterrada imagen, desperté, y poco después de hacerlo noté 3 cosas muy extrañas: la alarma no había sonado, la puerta se encontraba semiabierta y las llaves no estaban en su lugar habitual << ¿Qué mierda le sucede a esa niña? >>
No quedaba duda alguna, ella estaba tras de esto, pero, la cuestión era, ¿Por qué hacerlo…?
¿Por qué esconderme las llaves? ¿Por qué evitar que llegara al trabajo dos días seguidos?

<< Solo es una niña, no lo hace con maldad >> dije arrojando un suspiro y justo antes de salir de mi habitación.
Al caminar por la casa noté que para variar, definitivamente algo no andaba bien, nada bien.
Lógicamente primero la busqué en su habitación, después en toda la casa, e incluso la terminé buscando desesperadamente por las calles, pero en ningún lugar la encontré.
Era medio día, y ya habían transcurrido 3 horas desde que me levanté, tres horas en las que aún en pijama, sin haber desayunado, y sin alimentar aún a Charlie; en las que había buscado desesperadamente a Zoe, y justo cuando estaba por rendirme vino a mi mente el único lugar en donde no había revisado.

- El sótano –  (dije en voz alta)

Tras abrir la puerta de dicho lugar y recordar lo que me dijo el casero cuando me mostró la casa, solo pudo venir una idea a mi mente.

<< ¿Pero qué mierda de sótano tiene el apagador hasta en medio de la habitación en lugar de las escaleras? >>

Comencé a bajar uno por uno los descastados escalones, un crujido se escuchaba cada que ponía mi pie sobre aquellos viejos trozos de madera, y un rechinido se escuchaba tras de mi cada que lo levantaba; de igual forma, se emanaba un pestilente olor del cual desconocía su procedencia. Al ser la oscuridad tan densa al punto de no poder ver nada frente de mí, saqué mi celular de mi bolsillo y con su linterna seguí alumbrando el camino. Al verla a ella sentada en el fondo del sótano, me pude tranquilizar un poco.

- Oye Zoe, ¿te encuentras bien? ¿Por qué estás aquí abajo y con la luz apagada?

No obtuve respuesta alguna.
Conforme caminaba, la tranquilidad que experimenté al poder finalmente saber dónde se encontraba Zoe, y que estaba a salvo; fue perturbada por aquellos aterradores sonidos… era como si experimentara en vida una película de terror.
Aparentemente Zoe se encontraba hablando sola, y ocasionalmente se reía de una forma, en la que, en otro escenario hubiera resultado algo tierno o encantador, pero bajo esta poca luz y el inquietante silencio de aquella habitación, esas cosas eran simplemente aterradoras.
Al llegar casi a la mitad del Sótano, y aún algo lejos de ella siendo que se encontraba hasta el fondo, en ese momento extrañamente mi teléfono se apagó, tan solo lo usaba para llamar, a lo que su batería solía durarme toda la semana, pero… extrañamente se apagó incluso cuando había cargado su batería el día anterior.  << Esto es extraño >>

No se veía absolutamente nada… pude haber regresado a la planta base para buscar una linterna, o podía regresar a cargar el teléfono, pero eso sería tanto como arriesgarme a que Zoe nuevamente desapareciera, no la podía dejar sola, no en ese momento.

Caminé hacía la bombilla que colgaba del techo, y que según yo, cuando tenía encendido mi teléfono se encontraba a tan solo pasos de mí; mientras lo hacía pude escuchar muchos ruidos a mi alrededor, como si alguna persona se encontrara corriendo de extremo a extremo de la habitación.
Un par de minutos pasaron para que pudiera encender el foco; la forma de encenderlo era bastante impráctica, siendo que para ello se tenía que tirar de una pequeña cuerda que colgaba de él; era principalmente por eso que no solía bajar al sótano, no por miedo ni nada similar, sino por la pereza de encender la bombilla.

Al encontrarse ya semi-iluminada la habitación a causa de la intermitente luz, y mirar al lugar en donde hasta hace un momento Zoe se encontraba, pude notar que ya no había absolutamente nadie en dicho lugar << ¿A dónde se ha ido? >> Al mirar tras de mí, nuevamente pensé: << creí que tan solo había sido mi imaginación, pero ya veo que no fue así, fue ella quien estaba corriendo tan rápido… pero… su velocidad es sorprendente, ningún humano podría correr así y menos un niño>>
Comencé a acercarme a ella lento y con cautela, con forme me acercaba podía escuchar su voz con más claridad…

- No… no quiero lastimarlo, él no me ha hecho nada… (decía la chica con una voz dulce y tenue)
- No me importa lo que tú quieras (comenzó a decir una voz mucho más gruesa aparentemente proveniente del mismo lugar) su destino y su final no se puede cambiar.
- No, yo no quiero…

De todo lo que ella hablaba con aquella voz, aquellas 3 líneas consecutivas fue lo único que pude entender con claridad.
Al llegar hasta donde ella se encontraba Zoe no dejaba de repetirse:

- No quiero lastimarlo, no quiero lastimarlo, no quiero lastimarlo, no quiero lastimarlo…

La luz no dejaba de parpadear…
Acercándome a ella y girándola bruscamente con intenciones tanto de callarla de ver con quien hablaba, al verla pude notar que sus ojos corrían lágrimas, pero se encontraba sola, no había absolutamente nadie con quien estuviera hablando. La tomé entre mis brazos, y le dije.

- Ya, tranquila, todo estará bien.

Me puse de pie y le tendí mi mano con intenciones de ayudarla a levantarse.

- Ven, vamos, hay que salir de este lugar.
- ¡No, no quiero!

No podía creer la furia con lo que me lo decía, y menos podía creer que recién me hubiera empujado de tan violenta forma, incluso caí al suelo en ese momento.
Mientras me levantaba pude observar que ella portaba dos objetos. En su mano derecha tenía lo que aparentaba ser el cuerpo decapitado de una muñeca de tela, mientras que en la otra tenía unas alicatas de corte, seguramente había encontrado dichas pinzas dentro de mi caja de herramientas que coincidentemente la había guardado en el sótano, pero en cuanto a aquella muñeca, no tenía ni idea de donde había salido.

- ¿Qué sucede Zoe…? Tú no eres así.
- No quiero irme.
- ¿Por qué? (ella permaneció callada) lo lamento, pero… no te dejaré aquí.

La tomé entre mis brazos por la cintura, y en esa posición intenté sacarla de aquel lugar, pero de alguna manera se logró liberar y tan pronto como pudo regresó a aquel lugar  - ¿Por qué quieres permanecer en el sótano? -

Nuevamente me acerqué a ella e intenté sacarla de ese lugar, pero tan pronto lo intenté ella quiso apuñalarme con la herramienta que tenía en su mano, por suerte yo fui más rápido que ella, por lo que pude evadir sin mucho problema el golpe mientras a su vez le quitaba lo que en sus manos era un arma.
Tras realizar aquello último ella se desmayó de pronto, no era de extrañarse, ayer no había comido nada en la tarde, y en la noche apenas y cenó; el no haber desayunado esta mañana seguramente fue causa de que su pequeño y frágil cuerpo se debilitara, por otra parte, extrañamente apenas saliendo de aquel lugar mi teléfono encendió, y pude notar que tenía aún más de la mitad de la carga.

Como era de esperarse, estando inconsciente la cargué y la llevé a su cama.
Aquel día ella aparentaba no querer despertar, así que dediqué todo el tiempo que pude a hacer labores domésticos, y por algún motivo sentía la extraña necesidad de revisar el Sótano, así que lo hice tras limpiar el resto de la casa.
Al bajar nuevamente aquellas escaleras otra vez percibí ese pestilente olor que hace un momento había ignorado por lo preocupado que estaba por Zoe, pero en esta ocasión era incluso más penetrante que hace unas horas, desgraciadamente no tuve tiempo de revisar cual era el lugar del cual provenía, apenas bajadas las escaleras pude notar justo bajo el parpadeante foco, un pequeño y ovalado objeto, al acercarme un poco y verlo detenidamente pude notar de inmediato de que se trataba.
Era una pequeña cabeza de una muñeca aparentemente de tela… sin duda trataba de la misma muñeca la cual, el resto de su cuerpo estaba en posesión de Zoe, y lo más probable es que ella misma la hubiera cortado con las pinzas encontradas en aquel mismo lugar.
Tras notar que unas letras resaltaban de ella, saqué mi teléfono y usé mi linterna para ver la más detenidamente, siendo que la intermitente luz de la bombilla me lo imposibilitaba en un cierto grado.

- Elisabeth Crowell -

Tenía bordada la muñeca sobre su frente con hilo negro << ¿Cómo esto ha llegado aquí…? ¿Esta muñeca pertenece a la chica del cementerio…? Pero… ¿Qué hace en este lugar…?
Los dueños anteriores no tenían hijos, por lo que es imposible que Elisabeth fuera su hija… en ese caso las cosas solo se están complicando más… ¿Cómo ha llegado la muñeca a este lugar? >> Por más que me lo preguntara era más que evidente que no obtendría respuesta alguna quedándome viendo a la muñeca en aquel inquietante lugar, Comencé a caminar hacia la puerta de aquella habitación, con intenciones de subir las escaleras y salir del sótano., pero… apenas di un par de pasos mi teléfono nuevamente se apagó, y los lapsos en los que aquella luz amarillenta semi-iluminaba la habitación eran cada vez más cortos, seguidos por largos segundos de silencio. Todo lo anterior no me importó en lo más mínimo, lo que realmente me aterró fue escuchar aquellas risas, el escuchar a una niña riendo tan desquiciadamente y hundida en la locura… sin duda alguna eso era aterrador.

- ¿Qué haces aquí Zoe…? Creí que estabas dormida.

Estaba completamente seguro que era Zoe quien se encontraba en el Sótano conmigo, pero no era la Zoe con la que había convivido todo este tiempo, más diría que era la Zoe que se encontraba en aquel rincón hablando sola…
Invadido por el pánico, corrí hacia la puerta con totales intenciones de salir lo antes posible de aquel lugar, pero al llegar a la puerta esta se cerró de golpe frente a mí, desesperadamente intenté abrirla, pero a cada segundo aquellas perturbadoras risas se escuchaban más y más cerca, al escucharlas justo detrás de mí, algo dudoso di vuelta, sabía perfectamente que aquella puerta no se abriría, no mientras no supiera quien era la que estaba riendo, pero de igual forma sabía que si volteaba definitivamente no me gustaría lo que vería…

Al voltear pude ver, postrada tras de mí, a una versión tétrica y espeluznante de Zoe, tenía amputados todos los dedos de su mano derecha, mientras que en su mano derecha portaba un afilado cuchillo; su mejilla derecha estaba desprendida casi por completo, dejando al descubierto parte de sus encías y dientes; tenía muchos moretones en su rostro… y… sus ojos, sus ojos eran tan vacíos, tan profundos, tan aterradores.
Aquella imitación bizarra de Zoe, apuntó hacia debajo de las escaleras… eso es lo último que recuerdo antes de desmayarme…

<< Vaya que tengo un serio problema con mis sueños >> pensé despertando en las escaleras del sótano, pero en el fondo yo sabía que lo sucedido no había sido un sueño ni nada similar, sabía que había sido completamente real, en mi interior lo sabía, que aquella Zoe, era… real… pero no tenía ninguna forma de comprobarlo, ni siquiera la cabeza de la muñeca se encontraba cerca, y tomando en cuenta que eso era lo único que me podría comprobar que lo anterior vivido no trataba de solo un sueño, lo tenía más opción que cuestionarme la realidad.

Cuando me percaté de ello ya había anochecido, y Zoe nunca despertó, antes de dormir preparé algo para cenar, a decir verdad preparé mucha comida, pero no había probado bocado desde que desperté, de igual forma preparé suficiente comida para Zoe en caso de que despertara. Finalmente tras asegurarme una última vez que la niña se encontrara dormida fui a dormir yo también… afortunadamente aquella noche no tuve ningún sueño, pero la pesadilla sucedió al despertar…

Aquel caluroso día aparentemente no sucedería nada en especial, Zoe había vuelto a la normalidad, claro, si es que se le puede decir normal a una niña que tan solo pronuncia un par de palabras en todo el día…
Caída la noche fue cuando algo aterrador comenzó…
Aquel día no había ido a trabajar, de cierto modo Zoe me importaba más que ese patético empleo, tan solo serían dos días más con ella, pero aún no estaba seguro si sería correcto que regresara con aquel hombre…

Lo extraño de aquel día fue sentir esa terrible necesidad por entrar al sótano, y por algún motivo, no fue sino hasta caída la noche que encontré el valor para entrar en aquel lugar…
En esta ocasión llevaba conmigo una linterna de mano, siendo que finalmente mi teléfono móvil necesitaba recargar su batería.
Sin siquiera pensarlo, lo primero que hice fue bajar las escaleras y buscar tras ellas el punto exacto que aquella Zoe, en lo que en su momento creí fue un sueño, señaló. Al hacerlo, no podía creer lo que veía… no pude evitar derramar algunas lágrimas…
El cuerpo destazado del señor bigotes se encontraba postrado en el suelo, frio, tieso, inerte… había sido a causa suya el pestilente olor que percibía cada que bajaba a ese lugar << es por eso que el señor bigotes no había regresado… porque… porque estaba muerto >>
Actuando desde la forma más lógicamente posible para mí, lo tomé entre mis brazos, y salí del sótano; recuerdo que el frio de su cuerpo penetraba mi ropa; fuera de aquel lugar, lo coloqué en el suelo y traje una sábana de mi habitación con intenciones de envolverlo para posteriormente enterrarlo en el patio trasero, pero al regresar pude notar que su estómago había sido desgarrado, y su cráneo destrozado. << ¿Qué clase de monstruo le haría esto a un pobre e indefenso animal? >>

- ¿Qué sucede Joseph? (llegó a preguntar la curiosa niña)
- Nada, (envolví rápidamente al animal y comencé a caminar hacia la puerta principal) tengo que enterrar algo en el patio, está lloviendo afuera, tu quédate aquí

Ni siquiera la lluvia me impediría darle un apropiado sepulcro a quien había sido mi más cercano compañero desde la muerte de mis padres.
Al menos el caer de las gotas de agua pudo disimular mi llanto…

Cuando terminé de enterrar al señor bigotes con gran dificultad por la tierra mojada, entré a la casa, dejé nuevamente la pala en el sótano, y tras dejar comida servida para Charlie, caminando a mi habitación le dije a Zoe.

- Hoy iré a dormir temprano, si tienes hambre aún hay bastante comida en el refrigerador…

Ella tan solo me escuchó atentamente sin decir nada…

El sueño de aquella noche creo tan solo fue el reflejo de mi culpa… me sentía tan culpable de que el señor bigotes hubiera muerto que a decir verdad no me extrañó tener un sueño como ese.
Sin saber porque o como había llegado ahí, me encontraba caminando dentro de una gran laguna de sangre, al mirar mis manos noté que tenía en ellas partes del pelaje del señor bigotes, y en todo el lugar retumbaba una voz que decía:

- Tú me mataste, tú dejaste que muriera, tú me mataste, tú dejaste que muriera.

Cuando desperté, la verdadera pesadilla comenzó…
Era probablemente el último día que pasaría con Zoe, y no quería que ella me recordara como aun amargado y depresivo, así que, tras levantarme temprano y vestirme fui a la cocina para preparar algo delicioso de comer para ambos; todo el caos se desató a causa de haberme puesto un pantalón sucio…

- ¡Zoe, despierta, ya casi está la comida!

Había cocinado la mejor carne que tenía en mi refrigerador, pero al hacerlo noté que faltaba uno de mis cuchillos, en su momento no le di importancia, pero todo cambió cuando, al sentir un pequeño bulto revisé uno de mis bolsillos traseros.
Trataba de aquella hoja de un viejo periódico que me había entregado misteriosamente una chica dentro del autobús. Al leer dicho papel no podía creer lo que decía…

- [ 22 de agosto del 2003 ]
[Niña de 5 años asesinada en su casa]

[Una niña de 5 años de nombre Elisabeth Crowell  fue encontrada muerta en el sótano de su morada, sus padres se encontraban trabajando y solían dejarla sola toda la tarde.
La niña presentaba múltiples heridas en su cuerpo, entre ellos se puede mencionar que sus dedos de su mano derecha fueron amputados… fue asesinada por la fuerte e intencional caída de un objeto en su cabeza que terminó por destrozar su cráneo.
El culpable fue identificado como Eliot Morrisón, aparentemente un ladrón que había entrado a la casa creyendo que se encontraba sola la casa.
El cuerpo del asesino y ladrón fue encontrado fuera de la casa, muerto aparentemente de una sobredosis de heroína]

Lo más aterrador de todo eran aquellas fotos… y al verlas simplemente no lo podía creer… el asesino era aquel hombre que había visto en el autobús, aquel que me hizo hacerme cargo de esta niña… mientras que Zoe me había estado mintiendo todo este tiempo… su verdadero nombre era Elisabeth Crowell, y había muerto en agosto del 2003... Todo este tiempo había estado viviendo con una chica que había muerto, con un fantasma.

Eli… Zoe, me llamo Zoe
Por favor, Joseph, no me abandones como lo hicieron mis padres…
En vida pensaba igual que tu…
Sabes Joseph, en ocasiones el castigo para algunas personas es permanecer a lado de quienes tanto han lastimado.

Ya, tranquila, todo estará bien.
Ven, vamos, hay que salir de este lugar.
¡No, no quiero!


De pronto, un fuerte estruendo y un desgarrador maullido de Charlie me despertó de mi estado de shock, lo más rápido que pude y dejando por lado la comida, fui al corredor para ver qué era lo que sucedía, y al ver a aquella escena, no sabía si gritar, correr, o volver el estómago.
Charls se encontraba tirado en el suelo, justo en medio de un gran charco de sangre, sin moverse, su cráneo había sido destrozado totalmente… y justo frente a él, se encontraba Zoe, la misma Zoe que había visto dentro del sótano, con sus dedos de la mano derecha amputados, su rostro y cabeza lleno de heridas y lesiones, su vestido que antes era nuevo, ya ensangrentado y rasgado, en su mano izquierda un martillo que aún goteaba sangre, y… sus ojos… eran exactamente los mismos… unos ojos vacíos, huecos…

No estoy completamente seguro de lo que sucedió después… tras ver aquella escena desperté desconcertado en mi cama << ¿en verdad eso fue solo un sueño? >>
Casi instintivamente lo primero que hice al despertar fue mirar la hora en mi reloj de pared, eran las 8 am; aún algo desconcertado me aseguré de ver la fecha en mi teléfono móvil << ¿17 de julio…? ¿Cómo es eso posible?... eso significa que solo hay una explicación lógica para esto… lo que vi no fue un sueño y llevo todo un día durmiendo >>

Sin darme siquiera tiempo de tomar una ducha, el golpetear del suelo aparentemente con algún objeto de metal me hizo levantarme e inmediatamente ir hacia el corredor; apenas afuera de mi habitación un pestilente olor me obligó a tapar mi nariz… al mirar al suelo no podía creer lo que veía…
El cuerpo de Charlie se encontraba en el suelo, su sangre esparcida por todo el piso, y junto a él… junto a él se encontraba el aún cubierto de tierra cuerpo del señor bigotes…
Aquella niña… Zoe… mejor dicho, Elisabeth, estaba disfrutando de la forma más sádica el golpear con un oxidado martillo el cuerpo de esos animales muertos.

- Zoe, dame ese martillo

Dije acercándome lentamente y muy dudoso de hacerlo; en cambio… ella no dijo nada, permaneció callada en el suelo.

- Zoe, por favor, dame el martillo.

Nuevamente aparento no escucharme.
Estando a tan solo dos pasos de ella, la niña comenzó a reír histéricamente; era una risa llena de locura… llena de dolor.

- ¡Elisabeth, he dicho que me lo des!

Tras yo decir aquello último ella cayó de golpe, y dejó el martillo en el suelo.

- Yo… (comenzó a decir ella) yo no quería morir.
- Tranquilízate, lo se… sé que no querías morir, sé que te asesinaron… pero nadie más tiene que sufrir…

Cuando intenté acercarme lo suficiente a ella como para tomarla del hombro, Elisabeth tomó un cuchillo que se encontraba en el suelo, e intentó encajarlo en mi corazón, cual reflejo, me cubrí con mi antebrazo, pero este terminó atravesado por la afilada hoja, el agonizante dolor me desconcertó por algunos segundos, cuando regresé a la realidad pude notar que esa niña nuevamente se estaba acercando a mí con el cuchillo en su mano, al lanzarse contra mi cuerpo hice todo lo posible por que el cuchillo no me lastimara, pero, durante el forcejeo el cuchillo terminó por encajarse en mi pierna, tras percatarse Elisabeth que era una pérdida de tiempo intentar sacarlo, ella salió corriendo sin poder notar yo en qué dirección había ido.

Estaba sangrando mucho, y lo que pretendía en ese momento era buscar ayuda médica, por lo que intenté salir de la casa, pero al llegar a la puerta…

- ¡Maldita sea! ¡Esa perra cerró la puerta y se llevó las llaves!

Al parecer había tomado mis llaves mientras dormía.
Estaba encerrado en una casa con una maldita loca que quería matarme.
Lo más lógico era pedir ayuda, pero entre más me adentraba en la casa las aterradoras risas de Elisabeth se escuchaban más y más cerca, y tal parecía que de los tres teléfonos fijos que tenía en la casa, tan solo quedaba uno en perfecto estado, los otros dos habían sido destrozados totalmente, el único que aparentaba funcionar era el que se encontraba al fondo del corredor…

- No, esto es una trampa… esa maldita quiere que valla a ese lugar para luego tenderme una emboscada.

Entré en mi habitación esperando poder hacer la llamada desde mi teléfono móvil << mierda, ¿Cómo es esto posible? Si tan solo ayer tenía el 90% de la batería >>

Aterrado por las risas diabólicas de Elisabeth terminé por esconderme en el armario de mi habitación, no podía llegar hasta el teléfono que se encontraba hasta el fondo del corredor, siendo que de ahí es de dónde venían aquellos desgarradores sonidos, tampoco podía escapar por alguna ventana o puerta ya que hace tiempo las había mandado a reforzar por la inseguridad… tan solo me encontraba atrapado en ese armario… desangrándome…
Intenté sacar el cuchillo y terminar yo mismo con mi vida, pero no tuve el valor para hacerlo, no tuve el valor de siquiera tirar del cuchillo enterrado en mi pierna, menos tendría el valor de terminar con mi propia vida.

Aún sigo escondido en este lugar… la herida de mi antebrazo no parece querer cerrar y el afilado cuchillo de cocina sigue enterrado en mi pierna…
Tan solo me ha quedado una hoja, pero… de cualquier forma ya no tengo nada que escribir… moriré desangrado en este lugar… claro… si es que ella no me encuentra antes…
























TE
ENCONTRE


No hay comentarios.:

Publicar un comentario