martes, 17 de mayo de 2016

Jack en la caja (creepypasta)


historia escrita por: Viktor D. Ivanovic

puedes verla en: https://www.youtube.com/c/darkleyend




El día en la tienda de antigüedades del señor Dawson no ha sido muy interesante. Todo lo que he hecho todo el día ha sido limpiar estantes y estafar a un par de personas que me han vendido por un par de billetes objetos de cientos de dólares. Debí de haber pensado dos veces el haber tomado un empleo en el que tuviera que limpiar, ordenar, inventariar, vender y comprar objetos antiguos. Esto no es nada como se ve en la televisión, en este pueblo nadie tiene nada interesante que vender. La mayoría de las personas que intentan vendernos sus cosas traen platos de Elvis Presley, libros de comics bastante comunes y carentes de valor o cosas así.
Desearía haberme repostado enfermo el día de hoy para quedarme en casa viendo el partido en la televisión. Las horas pasan de la manera más lenta posible. Lo único que me mantiene en este lugar es la generosa paga semanal que me da el señor Dawson.
Me levanto del mostrador y camino por la tienda observando los “tesoros” del señor Dawson. Aquí en la tienda tenemos de todo un poco, por un lado tenemos una colección de ojos de vidrio que nos vendió un anciano y por otro tenemos un reloj de oro del siglo diecinueve que nos trajo un médico hace un par de días.
Un sonido detrás de mí capta mi atención. La campanilla de la puerta me indica que alguien ha entrado en la tienda. Corro al mostrador y tomo mi posición como tendero. Entrando por la puerta de la tienda está un hombre alto, delgado y bastante barbudo vestido con un simple saco y unos jeans. Parece un poco alterado, inquieto, tiene cierto temblor en las manos y una manera de andar torpe. Acerco mi mano a la alarma silenciosa debajo del mostrador, temiendo que aquel hombre estuviera aquí para asaltarme. Se acercó lentamente al mostrador y habló con voz temblorosa: -Disculpe señor.- Comenzó a decir. –Me preguntaba si usted sería tan amable de valuar esta antigüedad por mí.- Una vez dijo esto se quitó de la espalda una mochila que no le había visto. Abrió la mochila con dificultad por el temblor de sus manos y sacó una caja de madera bastante peculiar.
-¿Qué es lo que trae ahí?- Le pregunto sin quitar el dedo del botón que activa la alarma.
-Esto es él Jack en la caja original. Es una de las más grandes antigüedades que posee mi familia.- Me explicó aquel extraño hombre mientras dejaba cuidadosamente su caja sobre el mostrador.
-Pero si lo que me dice es correcto esta cosa debería valer demasiado, esa caja detonó uno de los juguetes más clásicos de toda la historia humana. ¿Tiene algo que respalde lo que usted me está diciendo?- Le pregunté, sin ánimos de ofender.
-Tengo un certificado de autenticidad que obtuve hace algunos años de un museo. Incluso me hicieron una oferta para que les vendiera la caja.- Respondió y esbozó una sonrisa nerviosa.
-¿Lo tiene en este momento con usted?-
-Sí, lo tengo aquí mismo. Solo deme un momento.- Y una vez dicho esto comenzó a revisar todos y cada uno de sus bolsillo hasta que dio con el paradero del papel. Me mostró el papel y comencé el procedimiento de rutina para verificar si era autentico o era una mera falsificación. Me sorprendí bastante al verificar que, en efecto, era el Jack en la caja original el que este hombre me había pedido valuar.
-Parece ser que usted me ha dicho la verdad. Ahora procederé a valuar el objeto.- Le informo y él asiente.
La caja está en un muy buen estado a excepción de la pintura y es una verdadera obra de arte. Tiene unas dimensiones de unos veinte centímetros cúbicos, está hecha de madera tallada en distintos patrones decorativos y del costado izquierdo tiene una manivela que sirve para darle cuerda a la caja. Solo hay un detalle que me desconcierta. En la parte delantera de la caja, entre la tapa y el cuerpo para ser más precisos, hay lo que pareciera ser un candado de bronce activado por un mecanismo de reloj.
-¿Qué es esto?- Le pregunté señalando el candado.
-Es el seguro para que la tapa no permanezca abierta. El modelo original tenía un muñeco de arlequín en su interior el cual estaba conectado a un resorte, cuando el candado se libera el muñeco salta. Y por cierto el fabricante tenía un hijo zurdo, por eso la manija está del lado izquierdo.- Me aclaró casi leyendo mi mente.
-Podría sacarle un buen billete a este tipo por su juguete.- Pienso. Por su forma de actuar este hombre parece tener un severo problema de abuso de sustancias, tal vez está desesperado por conseguir dinero para comprar drogas o algo así.
-Mire, estoy bastante interesado en realizar la compra de esta antigüedad. Sin embargo son tiempos muy duros para la tienda, sabe, por lo que no puedo ofrecerle demasiado. Ponga su precio.- Le digo obviamente mintiendo. Si yo lograra conseguir esa caja a un buen precio el señor Dawson me volvería el gerente de la tienda y me daría un aumento descomunal.
-Pues está de suerte, no estoy pidiendo mucho por ella. Mi esposa acaba de fallecer y necesito dinero para pagar los gastos del funeral.- Me dice, pero no me inmuto. Podrá parecer insensible, pero tengo una impresión muy fuerte de que me está mintiendo para obtener el dinero. Puede ser que incluso la caja sea robada.
-Usted diga su precio. ¿Cuánto quiere por la caja?- Le preguntó. Él se toca las manos casi como si tuviera un tic nervioso y evita mirarme lo más que puede.
-Me duele mucho decir esta cantidad, pero no le pido más de quinientos dólares.- Responde. Quinientos dólares es una cantidad ridícula para una antigüedad de este tipo. Si antes no lo consideraba un drogadicto desesperado ahora lo hago.
-Pues está bien. Tiene usted un trato, solo permítame su identificación para los datos de facturación.-
Él hombre saca su billetera, la abre y saca de ella su identificación. El nombre de esta persona es Theo Miller, cuarenta y siete años de edad. Por lo menos concuerda con los datos del registro de autenticidad. Tecleo sus datos en la computadora e imprimo el comprobante financiero de la transacción. Saco el dinero de la caja registradora y lo sostengo un momento antes de dárselo. Debo confesar que me remuerde un poco la conciencia el estar ayudando a conseguir dinero a una persona como él. Le entrego el dinero y él lo cuenta cuidadosamente.
-Muchísimas gracias.- Me dice y enseguida sale disparado de la tienda como alma que lleva el diablo.
Voy a la parte trasera de la tienda para poder usar el teléfono para llamar al señor Dawson. Camino hasta el área de empleados, que está vacía. El resto del personal no ha venido a trabajar, Elliot tiene un par de dedos rotos que se aplastó con una rockola que nos vendieron hace poco y Chloe está de permiso por maternidad. Tomo el teléfono y marco el número de la casa del señor Dawson. El teléfono suena durante algunos segundos y después alguien contesta:
-Buenas tardes, ¿Qué se te ofrece Paul?- Me pregunta mi jefe desde el otro lado de la línea. Debió haber reconocido el número telefónico.
-Señor, tiene que venir aquí en este mismo momento. He concretado una transacción que le volará los pantalones de la emoción.- Le dije.
-¿Concretaste una compra sin haberme consultado antes? Sabes lo que opino sobre eso, pero no importa estaré ahí enseguida.- Dijo y colgó. No pude escuchar las emociones en su voz, así que no sé qué esperar cuando llegue aquí. De cualquier manera no me puede sermonear por haberle ganado por lo menos dos mil dólares a costa de tan solo quinientos. Dejo el teléfono en su lugar y regreso a mi lugar en el mostrador.
Todo está justo en donde lo dejé hace unos momentos. Solo tengo que esperar a que el señor Dawson llegue y podré irme de aquí a festejar mi ascenso. La caja está en mostrador sin más, ni siquiera me ha pasado por la cabeza el probarla. La observo durante un rato y después la tomo entre mis manos y comienzo a darle cuerda con la manija. No ocurre nada, la caja ni se inmuta. No hay música, ni movimiento, nada. El señor Dawson me matará por que la caja no funciona, bueno, puede ser que decida venderlo a un museo para que lo restauren o algo así.
El señor Dawson no tardó mucho en llegar. Como era de esperarse había llegado en su nuevo auto, ese vejete presumido. Entró en la tienda con todo el aire de ser el jefe. El señor Dawson era viejo, alto, calvo y usaba unas enormes gafas cuadradas.
-Aquí me tienes Paul. ¿De qué querías hablarme?- Dijo con su voz ronca mientras se acercaba al mostrador.
-Mire esto señor.- Le digo, le muestro la caja y le tiendo el certificado de autenticidad. Él lo tomó y lo miró con bastante detenimiento.
-¿Es esta alguna clase de broma Paul?- Me pregunto escéptico.
-No señor, esta es la original y la conseguí por solo quinientos dólares.- Le dije y el viejo sonrió.
-Me impresionas Paul, esto me hará rico.- Dijo tomándome de los hombros. –Tu comisión por esta venta también será elevada, no te preocupes por eso.-
-¿Comisión por venta?, ¿Es eso todo?- Le pregunto.
-Por ahora sí, pero sígueme consiguiendo objetos como este y consideraré un ascenso.- Me dijo y me dio unas palmadas en el hombro.
-¿Considerará?- Me pregunté. Esas palabras hicieron que me llenara de ira y tuve deseos de golpear al hombre. De la nada la caja comenzó a emitir una serie de sonidos bastante espaciados que estoy casi seguro que si hubieran sido continuos hubieran formado una melodía.
-¿Funciona?- Me preguntó el señor Dawson.
-No lo sé, le di cuerda hace unos minutos y hasta ahora ha reaccionado.- Le digo.
-Debe estar oxidada. Tu padre era relojero ¿Cierto?- Me dice y entiendo enseguida lo que me está insinuando.
-Sí, lo fue, pero hace seis meses que murió.- Le confieso con pesar.
-Me enteré de eso y es una lástima. Sin embargo debió haberle enseñado algo de su profesión.-
-¿Me está pidiendo que yo arregle la caja?- Le pregunto para ahorrarle tiempo. Él asintió y puso la caja en mis manos.
-Si la arreglas subiré tu comisión, diez por ciento tal vez.- Me dijo.
-Viejo tacaño.- Pienso. Me está comenzando a fastidiar esto. De nueva cuenta la caja emitió un par de notas.
-Vete ahora, tienes el resto del día libre. Yo mismo cerraré la tienda.- Dijo. Yo caminé a la sala de empleados, tomé mi mochila y con la caja en mano salí de la tienda.

Ya en mi casa tiré la mochila sobre un sillón y me senté a ver televisión. Me puse a pensar en las palabras del señor Dawson y me llené de ira al pensar que ni siquiera valoró lo que logré por él. Encima de todo ofreció pagarme un diez por ciento de lo que ganara, si el gana cinco mil dólares solo quinientos serán para mí.
-Ojalá muriera ese hombre. Ya tiene un pie en el más allá, a nadie le importará que ponga el otro de una vez por todas. Al menos no tardará en irse.- Dije.
La caja emitió cinco notas consecutivas, posiblemente un segmento de la canción. Me levanté del sillón y tomé la caja. Tal vez un poco de aire comprimido sirva para limpiar los engranes. Camino a mi habitación y de mi armario saco una botella de aire comprimido que uso para limpiar mi computadora. Lo disparo un par de veces en los engranes expuestos y pruebo darle cuerda. La caja al inicio no se mueve, pero después de unos momentos emite las mismas cinco notas que hace un rato un par de veces y algo hace clic.  Sin embargo la caja no se abrió así que intenté darle cuerda otra vez. Repito la misma operación un par de veces.
Estoy bastante cansado de mi día en la tienda y estoy demasiado enojado con el señor Dawson como para concentrarme así que mejor cenaré algo rápido y me iré a dormir.

Durante la noche tuve la pesadilla más horrible de todas, aunque también fue muy confusa. Yo estaba dormido en mi cama cuando un ruido me despertó, cinco notas consecutivas eran tocadas una y otra vez por la caja. Yo intentaba volver a dormir, pero el sonido de caja cayendo al piso me volvió a despertar. Me levanté de la cama para ver lo que había pasado, pues yo recordaba haber dejado la caja en una mesa en la habitación contigua lejos de los bordes, no podía ser que la caja hubiera saltado sola. Caminé hasta la puerta y miré con cuidado por si había un ladrón. En la otra habitación solo estaba la caja en el piso. La música continuaba sonando, hipnótica. Sabía que tenía que ir a levantarla, pero mis piernas no respondían. La caja se abrió de golpe, lo que me sobresaltó bastante. Los segundos pasaron y lo único que cortaba el silencio eran las cinco notas que la caja emitía una y otra vez.
Abrí la puerta para caminar al otro cuarto y devolver la caja a su lugar. La caja rebotó una vez en el piso como si tuviera vida propia. Cerré la puerta lo más rápido que pude, pero dejé una rendija para poder ver lo que ocurría del otro lado.
Desde mi posición de este lado de la puerta pude observar el espectáculo más horroroso que he visto en toda mi vida. Una versión horrible del clásico espectáculo en que los payasos salen de un auto ridículamente pequeño. La música fue opacada por un chasquido parecido a huesos rompiéndose y un sonido similar a cuando te truenas los nudillos. Lenta y grotescamente una figura delgada y mucho más alta que un hombre promedio salió de la caja y se incorporó. Cerré la puerta lo más silenciosamente que pude y corrí hasta mi cama. Mi respiración estaba agitada, mi mente confusa y mi cuerpo helado por la horrible visión de esa cosa. Me tapo los oídos para no escuchar los pasos de esa cosa deambulando por mi casa. Intenté desesperadamente dormir, hasta que después de lo que me parecieron horas el sueño venció al miedo.

Me despertó el sonido de mi teléfono sonando. Me levanté de mi cama y respondí el teléfono.
-¿Paul Jackson?- Preguntó un hombre del otro lado de la línea.
-Él habla.- Respondí.
-Soy el abogado del señor Richard Dawson. Lamento informarle que su jefe, el señor Dawson falleció anoche en su despacho domestico.- Dijo el hombre. Al escuchar esto se me heló la sangre. También sentí una puñalada de culpa, lo último que pensé sobre él era que era un viejo tacaño y debería morir.
-Pero si ayer se veía tan bien…- Dije.
-Los médicos dijeron que debió haber sufrido una gran impresión. Lo encontraron tirado en piso de su despacho con un teléfono en su mano y una sonrisa en su rostro. Hoy se revelarán los resultados de la necropsia-
-Por lo menos podemos decir que se fue de manera pacífica.-
-Sí, pero para lo que lo llamo es para notificarle que hay una entrada en su testamento destinada a usted.- Me confiesa. Esto solo hace que me sienta peor por lo que creí del hombre. –Lo veré mañana a las doce del mediodía para la lectura de su testamento en el domicilio del señor Dawson.-
-Nos vemos mañana.- Le digo y cuelgo. No puedo creer que mi jefe me haya considerado para su testamento.

Me paso el resto del día viendo televisión e intentando no pensar en el señor Dawson o en nada que tenga que ver con él, ni siquiera en lo que me pudo haber dejado en su testamento.
-Tal vez dormir me siente bien. De cualquier manera ya está oscuro.- Digo y me voy a dormir.
Entro en mi cama e inmediatamente caigo dormido.
Una extraña sensación de ser observado me despierta a mitad de la noche. Al inicio creo que es un mal sueño, pero después noto movimiento a los pies de mi cama. Entrecierro los ojos y me muevo como si estuviera dormido para poder tener un mejor punto de vista de lo que está a los pies de mi cama. Me cuesta mucho mantenerme inmóvil después de ver lo que está ahí. Es exactamente la cosa que salió de la caja en mi pesadilla, lo que me hace preguntarme si fue o no una. Justo en ese momento comprendí que aquel hombre que me vendió la caja no había sido un drogadicto ni nada por el estilo, él solo quería pasarle esta maldición a alguien más. Me giro de nuevo e intentó dormir otra vez, cosa que con dificultad logro.

El mismo evento se repitió noche tras noche tras noche, esa cosa seguía parándose frente a mi cama, observándome. La emoción que me trajo que lo que el señor Dawson me dejó en su testamento haya sido su tienda fue rápidamente reemplazada por el miedo de ver por tercera vez a esa figura. No me atreví a tirar o destruir la caja por miedo a enfurecer a este ente, de hecho ni siquiera la he tocado desde la noche en que vi a esa cosa salir de ella. Además, cualquier intento de liberarme de su presencia revelaría que tengo conocimiento de él.
Cada noche me acostaba esperando no despertar a mitad de la noche y tener que verlo otra vez. Así transcurrió una semana de visitas de esa cosa, cada noche sin falta. Siempre observando, pero nunca se movía, nunca actuaba.
La novena noche que esa cosa me visitó decidí que ya no seguiría con esto, nada de hacerme el dormido. Si eso continúa perderé la cabeza.

Hoy, en la décima noche, confrontaré a esa cosa. Me hago el dormido durante algunas horas hasta que me vuelve la espantosa sensación de ser observado por algo. Me incorporo lentamente y usando todo mi valor para no desmayarme miro a la criatura al pie de mi cama. No hay palabras que puedan expresar el horror que me causaba el mirarlo, no solo era horrible físicamente, sino que tenía un aire paranormal que infundía terror en lo más profundo de mi alma. La criatura era similar a un arlequín de grotescas proporciones y con marcas negras en la cara emulando la pintura facial de un payaso. Todo aquello que en nuestro mundo era divertido e infantil en él se veía deformado y corrupto, como si su propósito hubiese sido invertido.
-¿Qué eres y qué es lo que quieres?- Le pregunté con voz temblorosa haciendo el primer contacto con la criatura. No estoy seguro de que me entienda, pero tengo que intentarlo. Por si todo sale mal he escondido un cuchillo en la funda de una de mis almohadas.
-Solo soy un colaborador anónimo buscando tu agradecimiento, por cierto, eres muy malo haciéndote el dormido.- Respondió con una voz ronca y flemosa que me heló la sangre aún más que su respuesta y me asqueó al punto de tener que reprimir las arcadas.
-¿Agradecimiento?- Pregunté sin entender de que me estaba hablando la cosa, qué clase de agradecimiento podía querer algo tan inhumano de mí parte. –Yo no he pedido ningún favor y tú no me has ayudado en nada, jamás te había visto.- Ante mi respuesta la criatura rió entre dientes.
-Te equivocas, tú querías a ese viejo acabado, del que constantemente te quejabas ¿No?, sentí tu ira y tu sed de venganza.- Me susurró mientras se acercaba a mí lentamente. Retrocedí para apartarme y apreté con mi mano el cuchillo, preparándome para pelear. La cosa rió un poco ante mí reacción.
-Yo no quería eso. ¿Por qué interpretaste que lo quería muerto?- Dije horrorizado ante lo que eso implicaba, mi gran boca había asesinado al señor Dawson.
- “Ojalá muriera ese hombre. Ya tiene un pie en el más allá, a nadie le importará que ponga el otro de una vez por todas. Al menos no tardará en irse.” Eso fue exactamente lo que dijiste, esas fueron las palabras con las que lo mandaste a la tumba.- Sentí como el alma se me iba del cuerpo con lo que me había dicho. La cosa solo me miró y se pasó su larga lengua por sus labios.
-¿Qué fue lo que le hiciste monstruo?- La cosa me miró como si lo hubiera insultado y su sonrisa se desvaneció por unos instantes. Acto seguido se abalanzó sobre mí contorsionando su cuerpo.
-Solamente lo hice reír hasta la muerte.- Dijo con una voz más fría que antes y me miro con unos ojos muertos que mostraban un obvio desprecio hacia mi persona. –Justo como tú lo harás.- Su sonrisa se transformó en una mueca diabólica y sus ojos se abrieron hasta el punto que creí que saltarían de sus orbitas al tiempo que la cosa soltaba unas carcajadas tan horrendas que parecían más sonidos bestiales.

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